Un grupo de jovencitas, probablemente adolescentes, se muestran de pie en un pasadizo iluminado con poca luz, sus caras envueltas en sombras, sus ojos brillando con una mezcla de miedo, incertidumbre y determinación mientras navegan por las calles peligrosas de un paisaje urbano crudo, sus vidas marcadas por la pobreza, el descuido y las duras realidades de crecer demasiado deprisa.
Un trío de amigos, todos en sus veintes, ríen y charlan mientras caminan a través de un mercado bullicioso, pero entre los colores vibrantes y el ambiente animado, uno de ellos parece distraído, sus ojos escudriñan la multitud como si estuviera buscando a alguien, sus amigos indiferentes a su inquietud.
Una chica adolescente sola, con el cabello enredado y los ojos hundidos, se encuentra delante de un muro cubierto de grafiti, con los brazos cruzados y los ojos fijos en algún punto distante, como perdida en pensamientos, la ciudad detrás de ella un torbellino de concreto y acero.
Un grupo de tres niñas jóvenes, todas vestidas con ropa desgastada, caminan juntas por un pasadizo desierto a la puesta del sol, sus caras iluminadas solo por la débil luz de una farola distante, como si estuvieran buscando algo o alguien, sus expresiones un mix de determinación y incertidumbre.